Se me ponían los dientes largos cuando, de niña, veía a los mayores "ir de monte". Imaginaba que veían cosas y hacían proezas que sólo "yendo de monte" se podían ver y hacer.
Por eso cuando los tíos del peque, agotados del "caminar, caminar" repetido hasta la saciedad por él, propusieron hacer senderismo hasta la Hoya de San Vicente, ni lo pensé. Y el Día de Asturias del 2011 celebró la iniciativa con un tiempo espectacular.
Seguimos el río Dobra (agua), nombre que le pusieron los celtas más que acertadamente porque su recorrido, de los más verticales de Asturias, es un auténtico festival acuático: pozas, cascadas, bañeras, saltos de agua y aguas profundamente cristalinas, convierten este paseo en una delicia para los sentidos. Duque, el perro de la familia, disfrutó tanto o más que el niño, quien con sólo dos añitos y medio, se hizo algún kilómetro más de los siete oficiales, ya que tanto el niño como el perro "fueron y vinieron" unas cuantas veces.