Se trata ésta de una visita corta pero más que recomendable, de esas que hay que ver sí o sí, si estás en Asturias, por su "rareza", ya que se trata de una cueva fantástica, aprovechada en su día para acceder al pueblo CUEVAS DE AGUA, por la que aún hoy discurre una intrincada carretera aún en uso.
Nada más entrar en La Cuevona a pie, porque lo suyo es recorrer sus trescientos metros a pie, es inevitable mirar hacia atrás porque el sonido del AGUA es tremendamente llamativo: multiplicado por los recovecos de la cueva, pareciera que estamos ante una gran catarata.
Durante el paseo podremos ver sus bóvedas, iluminadas para mayor disfrute, mientras recordamos que lo que hoy es carretera asfaltada antaño fue el único acceso a Cuevas de Agua.
Algas, musgos variados y líquenes, y hasta murciélagos, son visibles para los visitantes, además de por supuesto, las estalagtitas y estalagmitas que a toda cueva se le presume.
Y así suelen haber mucha gente con niños "estudiando" con linternas los techos y paredes, buscando dragones y monstruos entre las sombras que aquí habitan, buscando secretos en los pliegues de la piel de La Cuevona.
Y así suelen haber mucha gente con niños "estudiando" con linternas los techos y paredes, buscando dragones y monstruos entre las sombras que aquí habitan, buscando secretos en los pliegues de la piel de La Cuevona.
Para llegar aquí partimos de Ribadesella, cruzamos el puente dirección a la playa y giramos a mano izquierda, hacia las Cuevas de Tito Bustillo. Unos 900 metros después, pasamos los pueblos de La Huertona y Sardalla; unos 700 metros más allá al coronar un tramo ascendente encontramos la señalización a Cuevas del Agua. Desde esta bifurcación seguimos la carretera hasta el final.
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